En el mundo de la educación, existe gran confusión en algunos términos pedagógicos que la mayoría de los educadores e inclusive los padres de familia creen tener claridad. Tal es el caso de conceptos como aprendizaje, enseñanza, evaluación y retroalimentación, solo por poner algunos ejemplos. En mi experiencia visitando y revisando colegios alrededor del mundo, me atrevería a decir que la mayoría de las escuelas y quienes trabajan en ellas o quienes pagan por un servicio educativo, no lo tienen tan claro como debería ser, afectando con ello, el aprendizaje de los alumnos.
Es común escuchar a un docente decir ¨yo enseño matemáticas¨ o a algún padre decir ¨pago una colegiatura para que a mi hijo le enseñen inglés¨. El problema con estás aseveraciones es que la enseñanza no necesariamente lleva al aprendizaje y muchas personas no están consientes de este hecho. Utilizando los ejemplos anteriores, el maestro que dice que enseña matemáticas, aunque sea muy bueno es ello y planifique muy buenas experiencias de aprendizaje, no siempre puede hacer que sus estudiantes aprendan matemáticas y el padre que paga un servicio educativo para que le enseñen inglés a su hijo no necesariamente obtiene lo que espera.
El problema detrás de este juego de palabras yace en la concepción que las escuelas tienen de cómo, es decir la forma en que aprende una persona. Hay muchos estudios que demuestran que la enseñanza, aunque suene un poco descolocado, no es el mejor método para que una persona aprenda. Para que la enseñanza sea efectiva, el aprendiz debe estar muy motivado para aprender y las experiencias de aprendizaje deben estar planeadas al nivel de reto que dicho estudiante requiere con la pedagogía correcta. Estas variables son casi imposibles de lograr, sobre todo cuando el currículo es decidido por el colegio, el ministerio de educación o cualquier agente externo que no sea el aprendiz, lo cual es el caso en la mayoría de las escuelas. Un alumno no llega pensando ¨qué felicidad aprender el día de hoy la factorización¨ sin embargo, dicho tema se encuentra en todos los currículos escolares.
Otro gran defecto de la enseñanza es, que si no se cuenta con la suficiente pedagogía para llevarla a cabo, puede caer en el adoctrinamiento y no hay situación que sea menos compatible con al aprendizaje que recibir solo un punto de vista, el cual, generalmente es del docente. El peligro radica en que, por ejemplo, un maestro de historia, enseñe a sus alumnos sobre algún suceso histórico y que el alumno, tome lo dicho por el maestro como si fuera una verdad absoluta. Los docentes están convencidos de que lo que saben es lo correcto y los alumnos lo toman de la misma manera. Pero, ¿qué pasa si el maestro tiene información errónea, o si tiene algún sesgo político, religioso o de cualquier índole?
Para resolver todos estos cuestionamientos, los colegios deben cambiar su manera de entender el aprendizaje, y dar menor énfasis a la enseñanza y mayor énfasis al aprendizaje per se, cambiando con ello, el foco que se tiene en el maestro y dando voz al protagonista del aprendizaje, el alumno.
Todas estás ideas son más fáciles de decir que de hacer. Para logarlo, los colegios tienen que cambiar el paradigma que tienen sobre lo que significa la educación y capacitar a sus maestros e informar a los padres cómo este cambio, tendrá un impacto en el día a día del colegio.
Los maestros deben planear en forma distinta, las clases que ahora serán centradas en los estudiantes también se verán afectadas e inclusive las evaluaciones deben ser repensadas. En una siguiente entrega, daré ejemplos específicos de cómo directores, maestros y padres pueden cambiar su colegio para bien, logrando que ahora sí, el aprendizaje se lleve a cabo dentro de los espacios educativos, lo cual es la misión principal de cualquier institución educativa.